LOS CAMINOS  DE YANASE

Por Jesús Alcaide

 

Sala de Exposiciones Posada del Potro

Perpetuum mutabile- Hisae Yanase

“Una playa, cercana al extremo sur de la península de Izu, aún permanece inviolada para los bañistas. El fondo del mar es allí pedregoso y accidentado, el oleaje un poco fuerte, pero el agua es límpida y el declive suave. Reúne las condiciones excelentes para los nadadores”. Quizás Mishima no sabía que en el comienzo de “Muerte en el estío” estaba describiendo las esculturas de Hisae Yanase, pero sin duda, ambos estaban hilando las mismas palabras.

Tal y como podemos comprobar en la exposición retrospectiva que hasta el 5 de Mayo le dedica el Ayuntamiento de Córdoba en la sala de exposiciones de la Posada del Potro, la escultura de Yanase es pedregosa, en sus orillas rompen todas las tormentas y sus declives son suaves, sus lecturas pausadas y sosegadas pero al igual que en el último ritual que nos privó de la presencia de Mishima, la vida sale a borbotones por sus guijarros heridos, se cuela en los versos pintados de la música callada a la soledad sonora y como un nostálgico rayo suspende la melancolía sobre el alambre de su escultura. Así es Hisae, y sus amigos también lo saben.

Desde que llegó allá por los setenta a nuestra ciudad, Hisae no se ha cansado de construir puentes. Y no es que entre sus aficiones predilectas esté la ingeniería. Sus puentes, como los de muchos grabados japoneses, han sido tan leves y tan frágiles que apenas nos hemos ido dando cuenta de la grandeza de su obra arquitectónica. Balanceándose entre dos culturas, la oriental y la occidental, sincretizada en su propia experiencia vital, el de Yanase como diría Iván de la Nuez no es “ un plato con tintes exóticos aunque fácilmente digerible”. Como alguien cita en un  texto del catálogo, en su cocina, trasunto de su escultura, todo se va cociendo lentamente, avivando el fuego cuando la materia lo requiere y retirándose de las llamas cuando las ascuas de los sentimientos empiezan a impregnarse sobre la pátina de sus piezas. Así es Hisae, y sus amigos por eso le rinden homenaje en esta exposición.

“Perpetuum mutabile” es pues una experiencia única para adentrarse en el universo escultórico de Hisae Yanase. Aquellos que nunca hayan nadado en sus tormentas tendrán que sujetar el alma para que no se les escape, los que ya nos hemos ahogado varias veces y seguimos teniendo esa insana nostalgia por el naufragio, prepararemos una vez más los salvavidas para darnos cuenta una vez más del error que cometemos. “El agua todo lo invade. Las olas llegan,  rompen y se retiran”. Mishima dixit, Hisae lo esculpe.

JESÚS ALCAIDE