Bebí feliz en tu generoso manantial,
pues eras agua
que sabía a limón, azul y porcelana.
¡Cuánto azul había en tus ojos, Hisae!
Agua endulzada con tus frases,
alquimista de sonrisa contagiosa.
Agua como la seda que doblaba
tierra y fuego con la magia de tus manos.
Bebí de tu manantial que se hizo río
por donde navegamos contigo encandilados
de tu arte humilde y creador.
Y todo en ti tenía una propuesta
a veces árbol, a veces luz, a veces ave.
Y todo en ti tenía sentido y disfrutabas.
Ensanchaste con amigos, con belleza,
con ternura, el río enorme que ya eras,
pues ese mar llevaba agua
de limón, azul y porcelana.
¡Cuánto azul había en tus manos, Hisae!
Y aunque ese viento traicionero
paró veloz tu marea valiente en la ensenada
nosotros, mientras la memoria sea herramienta,
seguiremos contigo mar adentro.
(tu amigo Carlos )
Del concepto de pérdida y de generosidad.
Perder es un verbo que denota emoción, según sea aquello que hayas perdido objeto, mascota o persona más o menos cercana la sensación de pérdida se acrecienta y su emoción te embarga en mayor o menor medida. Así lamentamos perder nuestras gafas en la playa o el carnet de identidad. En estos casos la sensación raya más con la inutilidad, la impotencia o en el enfado momentáneo no dejan de ser elementos a restituir. Algunos incluso se pierden a cosa hecha, de alguna manera podemos denominarlos extravíos.
Sin embargo cuando perdemos a un ser vivo cercano o muy cercano se experimenta un profundo dolor emocional y también, ahí está la singularidad, físico. Así pues, no solo estamos tocados anímicamente, sino que a causa de esto la garganta se estrecha, o el estómago se tensa, los músculos basculan y no se relajan. Por eso es tan bueno llorar. No solo alivias la emoción, también el tono muscular. En este concepto de pérdida trabaja mucho nuestro egoísmo, ya que obteníamos felicidad y sensaciones al compartir con ellos este tramo de tiempo que nos ha tocado vivir.
En el duelo, nos damos cuenta de aquello que a veces pasaba desapercibido de análisis pero que se disfrutaba enteramente. Miradas cómplices, risas comunes, necesidades de compartir nuestras experiencias, en pocas palabras, ya no podemos disfrutar de él o ella. y esto nos produce lo dicho anteriormente y también un fenómeno de extrañeza…¿Cómo es posible que hace una semana…..? una constatación de que todo es muy relativo.
Por eso, a veces, en ciertos casos, como los de mi amiga Hisae, hay que plantearse otra perspectiva. La de la generosidad. La generosidad de la vida conmigo al haber contado con su amistad. El lujo de disfrutar con ella grandes momentos de mi existencia que ahora están más sensibles y recordables. He tenido la suerte de conocerla, de reírme con ella, de participar en sus actividades…de compartir y por eso soy afortunado. La vida ha sido generosa conmigo.
Sé que esta perspectiva puede ser insuficiente, pero también es y por lo tanto hay que valorarla, utilizarla y saborearla.