ESCULTURA CERÁMICA IBÉRICA CONTEMPORÁNEA

Hisae Yanase                                                                                                      

Por Fátima Montero

 

Hisae Yanase (Chiba Impagún, Japón, 1943) Entre 1960 y 1964 realiza estudios de decoración en la Academia Bunca y de técnica del cuero y cerámica en el Estudio Tokonami, en Tokio. En 1968 viaja a Europa y en 1970 estudia cerámica en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia. En el año 1973 cursa el Peritaje en Cerámica artística en la Escuela de Prácticas de  Cerámica de Manises y asiste al Seminario de Estudios Cerámicos de Sargadelos. En 1976 ejerce como profesora de cerámica en la Escuela de Artes y Oficios de Córdoba. Entre los años 1999 y 2004 lleva la Comisaría de Exposiciones de Cerámica Internacional perteneciente al Área de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba en Posada del Potro (Córdoba). 

En su estética confluyen referencias orientales y europeas debido a su origen y su posterior residencia desde la década de los setenta en Córdoba.

Sus trabajos relacionados con la escultura se inician en la década de los setenta, pero vamos a comenzar a comentarlos a partir de los noventa. Bajo el título genérico de Serie Aliceres, en 1994. Sus obras tiene como referente el muro entendido como un espacio en el que desplegar secuencias modulares a través de un proceso constructivo en el que se incorporan elementos serializados completando lo que, conceptualmente, podría llegar a entenderse como un paisaje en permanente expansión. La referencia histórica del título de la obra nos indica que Hisae Yanase no duda en recuperar la rica tradición de la cerámica andaluza para fusionarla con la tradición oriental. 

En 1997 realiza una exposición en el Museo Municipal de Palma del Río (Córdoba) titulada Naturaleza interior. En ella alude a la aproximación a la naturaleza como una de las constantes de la estética japonesa, especialmente vinculada con la relectura del paisaje. Para la escultora el paisaje lo es todo, por ello no es de extrañar que el paisaje, la solemnidad de los espacios abiertos, la expresión de los fenómenos naturales y los accidentes orográficos e hidrográficos sean evocaciones frecuentes en su obra. Esta visión de la naturaleza la lleva a centrarse en algunos de sus elementos más humildes, descontextualizándolos y dotándolos de valores que nos remiten a la filosofía del budismo zen. 

En 1999 realiza la exposición titulada Usu en el Palacio de la Merced, sede de la Diputación de Córdoba. El término usu en japonés significa muela y el término isi usu significa piedra de molino. En esta exposición, las texturas y superficies de sus esculturas sugieren las señales que el tiempo, la erosión y el hombre han dejado en las rocas. 

En el año 2002 expone la retrospectiva Perpetuum mutabile en la Posada del Potro (Córdoba), que supondrá un recorrido por toda su trayectoria artística. El referente paisajístico antes aludido se encuentra presente en algunos de los trabajos expuestos, especialmente en las series Naturaleza interior y Guijarro herido. En Naturaleza interior de 1997, se produce el doble proceso de la interiorización del paisaje rememorado y el que se refiere a la forma escultórica entendida como una ventana en cuyo interior se representa el motivo de la naturaleza descontextualizado de su entorno. Es una ventana desde la que la artista proyecta la mirada a la memoria en un claro acto de introspección. 

El formato modular de Naturaleza interior lo utiliza también en la serie Guijarro herido, mediante las cajas o ventanas que se disponen en franjas verticales hasta componer cinco oquedades. En cada una de las estelas de azul añil, que suman un total de diez, se incluye una variada cantidad de cantos rodados. Seguimos encontrando relaciones con la estética oriental: azul añil y ocre para nombrar los opuestos, blanco para depurar las diferencias y lograr el equilibrio. Guijarro herido representa el lecho de un río donde se reposan los recuerdos. 

La serie De la música callada a la soledad sonora de 1998 representa para la artista un acto de reflexión e intimidad orientado a evocar las raíces de su infancia y adolescencia. Utiliza el recurso de los recuerdos de la infancia como prueba de su exilio interior y del reencuentro con la memoria de aquellos momentos. En la superficie plana que resulta de partir en dos un guijarro de porcelana y pasta de papel de arroz, es donde se proyecta esa experiencia interior de búsqueda y de reencuentro con su pasado. 

En la serie Restos coinciden la tradición oriental y la occidental. Esta serie ha dado lugar a Shigaraki, de 1999, que designa un topónimo japonés con una tradición cerámica que se remonta al siglo XVI d.C. En la última visita de Hisae a este lugar, consiguió fragmentos de utensilios empleados para realizar el vidriado de la cerámica que, con su dilatado uso, se habían alterado hasta adquirir formas caprichosas y sugerentes. Este repertorio de cuencos vidriados a la ceniza se ensamblan con piezas de formas circulares, cuya superficie suele estar horadada por pequeñas incisiones y vanos que representan un conjunto de símbolos. 

A partir del 2003, la escultora comienza a realizar sus primeras piezas pictóricas, que expone por primera vez en Naturaleza de barro y papel, en la galería Vírgenes de Sevilla. En 2004 presenta su exposición Jardín silente en la galería Arte 21 de Córdoba, en donde muestra  paisajes invernales marinos, jardines nevados, etc., paisajes conceptuales de la memoria de intensa influencia oriental.

Su último proyecto expositivo personal del 2007, se denomina Palimpsesto, ha sido presentado en la galería José Pedraza , en Montilla, consiste en una serie de piezas en los que utiliza diferentes soportes y lenguajes plásticos, pintura y cerámica.